viernes, 1 de noviembre de 2019









Federico Cantú 1907-1989
Rostro de Gloria 1950
Escultura yeso patinado
30X20X17cm
Colección Cantú Y de Teresa


On Bord
S.S Mexico

New York And Cuba Mail Steamship Company
Nov 17 de 1938

Mi Gloria adorada, mucho he pensado en ti y eres antes que nadie a quien escribo
Si es cierto que debo escribirle a Diana y a Mamá, primero a ti porque necesito convencerte de lo mucho que siento tu falta de fe en mi.
Porque dudas de esa manera de mi cariño? Porque has de tener la idea de que soy un hipócrita?
Porque confundes mis enormes deseos de triunfar con otras cosas ajenas a mi 
uuu las que no he pensado siquiera, borracheras , viejas etc…

con los mayores deseos de abrirme paso he tenido que hacer este viaje en la forma que tu sabes mejor que nadie, De prisa, “bruja” y con una nerviosidad tal 
que en este momento tengo aun el dinero mexicano en la bolsa , y en el vapor no me lo cambian Tendré que cambiar una parte en Habana y otra con unos militares mexicanos polistas que viajan en este mismo barco 
El barco es bonito pero he cambiado tanto que ahora los americanosgentes que yo imaginaba como Tonny Glerias , Luis Sterets






Obra Monumental en la Unidad Independencia


Federico Cantú es uno de los pocos pintores que a pesar de pertenecer al grupo de los grandes maestros de la plástica mexicana del siglo XX su iconografía permaneció distante y no cedió al incansable acoso de las posturas de la llamada “mexicanidad”. El mismo Federico afirmaba que dentro de su obra podríamos encontrar una extensa variedad de corrientes espirituales de diferentes estilos. Sin embargo, su legado advierte un sello muy personal. 
En Cantú, la mexicanidad es universal y para entender todo este laberinto iconográfico, el artista retoma una de las frase que discutió en el café de La Rotond, con su amigo y protector Alfonso Reyes durante su larga estadía en Montparnasse de 1924 a 1934: “la única manera de ser provechosamente nacional consiste en ser generosamente universal” y agregaba “pues nunca la parte se entendió sin el todo”. 
Federico Heraclio Cantú Garza, mejor conocido como Federico Cantú, nació el 3 de marzo de 1907 en Cadereyta de Jiménez, Nuevo León. Cantú personifica uno de los más sorprendentes artistas del pasado siglo. Su obra encaja dentro de tres grandes escuelas del siglo XX: la Escuela de París, la de Nueva York y la Mexicana de Pintura, por ello se desprenden obras que abordan la comedia del arte, la mitología, la obra sacra, el retrato, los pasajes histórico-mitológicos y un sinnúmero de obras basadas en las grandes oratorias y óperas del extenso barroco europeo. 
Fue un virtuoso del buril, el cincel y el pincel. Federico dominó con la misma maestría, el arte de caballete como la pintura mural, que conocemos. 
En este recorrido, intitulado Memoria mural, Cantú recuerda en una entrevista de 1985 cómo a su temprana edad, viviendo con su madre la escritora Luisa Garza (Loreley), en San Antonio, Texas, ya estaba pintando en los pizarrones de la escuela. Entre sus temas estaban la natividad y pasajes de la historia de Estados Unidos.